martes, 13 de diciembre de 2011

Nuestra supervivencia en juego


Siento disentir de los que no ven la mano del hombre en lo que conocemos como el “cambio climático” y al mismo tiempo darles la razón. En estas cuestiones, como en muchas otras, no hay verdades absolutas. Bien es sabido que la naturaleza ha dado zarpazos contra la vida a lo largo del tiempo geológico, como bien se reconoce, por volcanes, terremotos, disminución o aumento del Co2, algún meteorito de dimensión suficiente como para variar el eje de la Tierra o provocar una capa de humo que tarde en sedimentarse, etc. Pero convengamos también que un elemento añadido y ACELERADOR DEL PROCESO, es la presión demográfica, de la que la naturaleza históricamente se defendía con guerras, hambre, peste y demás enfermedades, (el exceso demográfico lo tenemos que negociar y racionalizar, al margen de histerias religiosas o pseudo-culturales) y la quema acelerada y progresivamente desproporcionada de combustibles fósiles. En este momento puntual, insignificante desde el punto geológico o sideral pero importante desde el punto de vista de la vida y sobre todo del tiempo humano, sí estamos acelerando un proceso, quizá dentro de un  más amplio ciclo natural, que puede hacer extremadamente difícil nuestra supervivencia o, por lo menos, nuestra calidad de vida conocida. QUIZÁ ÉSTO FORME PARTE DE LA SELECCIÓN NATURAL con la que se defiende la propia naturaleza y al final queden unos pocos testigos que reinicien un nuevo ciclo. O puede ser también que el hombre ya no forme parte de esa hipotética recuperación de la vida.

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